LITERATURA: DEL ACTO INDIVIDUAL A LA FUNCIÓN SOCIAL.

LITERATURA: DEL ACTO INDIVIDUAL A LA FUNCIÓN SOCIAL.


Se puede decir que la literatura científica y técnica, como la histórica, cumplen la función de servir de reservorio de la riqueza cultural, social, moral, ética, política, técnica, científica, filosófica, espiritual, etc. acumuladas por el ser humano en cualquier tiempo y lugar; de preservar la tradición, las costumbres, la cultura y el saber de los pueblos. Se puede decir también, que la literatura tiene como función exaltar la imaginación de lo real y lo fantástico, como expresión libre del pensamiento humano. Se puede decir esto o aquello, pero, ¿Realmente tiene la literatura una función social?


Debo decir y a riesgo de parecer rebelde, no aspiro a loas, ni laureles, no es en ningún momento mi intención ir en contra del mundo, sin embargo, la dificultad en hallar siquiera una idea, de la cual aferrarme para iniciar este ensayo, la reticencia a encontrar la función social de la literatura, me llevaron al borde de la desesperación y la angustia, al punto en el cual no queda más que la resignación, fue en ese momento que halle la clave, encontré el sentido, la razón de mi resistencia. La literatura no tiene función social y he aquí que no he de estar del todo errada y no me encuentro sola en mi cruzada, cito a continuación a Álvaro Mutis en una entrevista para la revista Ñ para respaldar mi punto:
“La literatura no tiene ninguna función social. Eso es uno de estos inventos –a partir del siglo XIX– que transforman y deforman la noción de la literatura. La literatura –insisto– es una visión muy personal, muy íntima del hombre, del mundo y de sus hermanos, de sus semejantes. Esto no tiene función social ninguna. Los críticos y la gente interesada en darle al arte ese camino de la función social, se la colocan, se la imponen, pero nunca van mucho más lejos de lo poco que ellos pueden alcanzar respecto a algo que no es una verdad. La literatura tiene su propia vida, tiene su propia razón de existir y nada más. No está ni para rescatar al hombre, ni para hacer mejor la vida del hombre, ni para hacer mejor la vida de la sociedad.”


El hombre, como ser social, tiende a atribuirle a todas sus actividades, a toda su producción, un carácter social; el hombre tiende a compartir, a socializar su pensar, su sentir, su visión de la vida, del entorno; mas este pensar, este sentir, es absoluta e innegablemente personal, individual, no existe una conciencia colectiva, no se piensa en compañía, se piensa en soledad, y luego se exterioriza el pensamiento individual.
“El hombre es un ser social”, dijo Rousseau, y por tal toda actividad humana tendera a ser social, por que el hombre socializa, es un ser de sociedad, el hombre no nació para estar solo y su naturaleza radica en compartir, en socializar.


¿Cuál es la función social de la 5ta sinfonía de Beethoven, la Traviata de Verdi o Para Elisa de Mozart?; ¿Cual es la función social de la Güernica de Picasso, la Gioconda de Da Vinci, el pensador de Rodin o el David de Miguel Ángel?; ¿Cual es la función social de un oleo, un fresco, un vitral?; de una escultura, una pintura; de una sinfonía, una ópera, un vals, un bambuco, un rock, un rap; ¿Cual es la función social de la pintura, la escultura, la música?; ¿Cual es la función social del arte?
Pintar, esculpir, escribir, es un acto individual, personal e íntimo del artista, un cuadro, una escultura, un poema, es el fruto de una conversación, una comunión consigo mismo, el lector lee para sí, el escritor escribe para sí, es, el mismo, su primer lector.


“La tan llevada y traída función social del escritor es una patraña en la cual se escudan los segundones de la literatura. Hablar de función social en la obra de arte es igual a que se hablara de función fisiológica cuando la prosa de determinados escritores nos conduce diligentemente a los caminos del más profundo sueño” dice Mutis.


No se escribe para una sociedad, se escribe para un individuo; el acto de escritura, tanto el acto de lectura, son un acto individual, no colectivo; no se escribe en grupo, como no se lee en grupo, es posible leer en voz alta, y que un auditorio entero escuche dicha lectura, mas la apreciación, la imagen que se crea de esta es absolutamente personal, la interpretación es individual, aun manejando el mismo lenguaje y los mismos conceptos, los detalles que cada uno le añade a su imagen de la lectura, la apreciación de esta es única, personal e intransferible.


El artista, pintor, músico, escritor, pinta, compone, escribe, porque le nace; porque quiere, porque puede, no porque deba, no porque tenga, no por cumplir una función.
La literatura no tiene función social, el escritor no tiene una obligación social, moral, de ninguna clase, con la sociedad, es esta la que le atribuye a la obra de un artista una función.
Citando de nuevo a Mutis: "la única función que debe tener una obra de arte es crear valores estéticos permanentes. Si de casualidad o de carambola estos valores estéticos coinciden con una visión determinada de la situación del mundo o del país, eso no significa que las masas deban exigírsela al intelectual, para la solución de los problemas de las masas".


Al analizar algunos de los escritores más notables de la literatura universal se puede apreciar como en algún momento, en algún punto de su obra aluden al carácter único del hombre, a la individualidad del pensamiento humano, respaldando mi tesis. He aquí algunas citas al respecto:
*Inicio con Robert Musil en Sobre la estupidez “…Algo tan totalmente humano como el arte… este no depende de la razón sino de los sentimientos” El arte, como los sentimientos son entes abstractos, imposibles de generalizar; no se siente a nivel colectivo, se siente a nivel personal.
*Andrés Holguín en el prologo de Las Flores del mal: “Baudelaire ahonda tanto en el alma humana, que cada cual puede seguir el curso de su propia aventura a través de Las flores de mal. Todo el que se inclina sobre las páginas de este libro, descubre – Narciso – su propia imagen.” Baudelaire le escribe al hombre, a su semejante y le escribe a este al escribirse a sí mismo, logrando así, la identificación de el lector con su obra.
*Horacio Quiroga en Decálogo del perfecto cuentista, y ratificado por Julio Cortázar en Del cuento breve y sus alrededores: “Cuenta como si el relato no tuviera interés mas que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida en el cuento” El éxito del cuento, sea el tipo que sea, es la identificación personal que hace el lector con la anécdota que se cuenta; en los cuentos de horror de Poe lo que aterroriza es la posibilidad real de que suceda lo que en estos se relata.
*Dickens presenta, en su obra Tiempos difíciles, una crítica sutil al industrialismo con el que no estaba de acuerdo, y era esta su opinión al respecto, su apreciación personal; que la sociedad le otorgue una función social es otro asunto.
*Como expone Bertott Brecht, todos representamos un papel en todo momento; siempre con mil mascaras puestas, siempre actuando y siendo conscientes de estar usando un disfraz; nuestra manera de presentarnos ante las diversas situaciones y personas cambia constantemente, el hombre es un ser mutable, la apreciación de un libro jamás será la misma, no importa cuántas veces se lea este.
*Para finalizar este recuento, recuerdo a Sartre y su eterna lucha con las palabras, como se aprecia en su obra, llamada justamente, Las palabras; con una cita de Mutis acerca de estas: “Cuando escritores, colegas míos cuya obra admiro, me dicen que sienten un placer infinito al escribir, no es que no les crea... es que me cuesta un trabajo horrible imaginar eso. Para mí escribir es una lucha con el idioma. El pintor tiene un lienzo en blanco, y lo va llenando de colores. Pero el lienzo está en blanco, entregado a él totalmente, a lo que él haga. El músico tiene una gama de sonidos, una manera de aprovechar esos sonidos. En cambio, los escritores nos las tenemos que ver con las palabras, con las que hablamos con el peluquero, peleamos con el taxista, discutimos con el amigo, hacemos una vida diaria que gasta y desgasta las palabras. Y esas mismas palabras son las que tenemos que sentarnos a usar para darles un brillo, para darles eficacia, para que nos ayuden a que Maqroll el Gaviero no haga más burradas de las que normalmente hace. Entonces esas palabras, cuando se unen unas con otras en una forma inesperada toman un brillo especial, saltan y se escapan de esa cosa usual, gris cotidiana... Ahí está el sufrimiento: en buscar la otra palabra, la manera de usar algo que está gastado y usarlo como nuevo. Y a mí eso me hace sufrir y me parece un infierno”


Finalmente, la literatura no tiene realmente una función social, es el hombre el que le atribuye una, el escritor no tiene ninguna obligación con el mundo, y la única obligación del lector es precisamente no leer por obligación.